Es muy común que al hablar de productividad se le relacione principalmente con el indicador de las empresas y/o industrias; dada esta orientación empresarial otros creen que simplemente se refiere a producir más, es decir, confunden productividad con producción.
Pero la productividad no tiene que ser simplemente orientada a las empresas, existe una productividad que uno mismo genera, una productividad que nos lleva al logro de nuestros objetivos y esa es la productividad personal. Muchas personas piensan que la productividad personal no se da por igual en las personas, y en parte concuerdo con ellas porque las personas somos diferentes y cada uno tiene sus metas ya sea a corto o largo plazo. Pero lo que si no creo es que debamos dejar ahí esta definición ya que deja mucho que desear para saber cómo lograr una productividad personal y es por eso que me interesó abordar este tema.
Después de pensarlo detenidamente, inferí que la productividad personal implica un conjunto de técnicas orientadas a la consecución de resultados, tales como la capacidad organizativa apoyada en la metodología GTD (Getting Things Done) propuesta por David Allen; la administración del conocimiento o también conocido como Knowledge Management; y la inteligencia emocional basado en lo que Daniel Goleman nos dice en su libro del mismo nombre. Todo esto desembocado en la capacidad de lograr más con la mejor canalización de nuestras actividades, emociones y conocimientos.
Se dice que la productividad personal es relativa, pues cada persona mide su productividad de acuerdo a sus capacidades y a sus propias satisfacciones, sin embargo, de esta manera no caemos dentro de la definición real de productividad y creemos estarlo simplemente diciendo “hice mi tarea, soy productivo”, cuando realmente ser productivo no es cuestión de una acción. Si nos apegamos a la definición de productividad esta nos dice:
“Productividad, es la relación entre los resultados que se obtienen y los insumos utilizados para lograr tal objetivo”.
Por tanto, ser productivo a nivel personal se refiere a resultados positivos y de progreso en relación con el uso que hice de mis capacidades y con todo lo que se puede tomar de lo que está a nuestro alcance. Ciertamente esta productividad personal también se puede ver afectada por una serie de factores, análogo a la productividad en una empresa la cual se ve afectada por una serie de factores tanto internos como externos.
Primero abordaremos aquellos aspectos que considero son los insumos de nuestro cociente. El punto que considero el más discutible es aquél relacionado con la gestión del tiempo. Como bien dice David Allen, creador de la metodología GTD “por muy bien que gestiones cinco minutos, jamás vas a terminar teniendo seis”. Puedes gestionarte tú, gestionar tu atención o gestionar las cosas que haces pero, definitivamente, no puedes gestionar el tiempo. Cuando se habla de gestión del tiempo, la gente piensa normalmente en planificación de tareas y en los cuadrantes importante/urgente que permitan tener una mejor organización. Las empresas, por su parte, piensan en cómo obtener más resultados con los recursos disponibles es decir, se refieren a la productividad.
Entonces nos damos cuenta que se ha generado un paradigma del término gestión del tiempo, cuando en realidad lo que quieren decir es productividad, quizá porque esta última podría tener percepciones equivocadas como trabajar más por el mismo sueldo mientras que gestión del tiempo evoca la ilusión de conciliar vida personal y profesional.
Las técnicas tradicionales comprendidas en lo que se ha venido llamando gestión del tiempo no han funcionado principalmente porque consideran el tiempo como un recurso gestionable cuando el tiempo es en realidad una circunstancia más de las muchas que te condicionan. Todas las personas disponemos del mismo tiempo pero no todas alcanzamos los mismos resultados, entonces es necesario reconocer que se necesita algo que nos ayude a conseguir los resultados deseados con los recursos que disponemos en cualquier ámbito de nuestra vida.
Es por eso que David Allen nos ofrece en su libro la metodología de GTD (Getting Things Done), donde la idea medular no es la organización mediante las prioridades, sino el compromiso que se tiene de hacerlas y las circunstancias en las que te encuentras (contexto, tiempo y energía disponible) en cada momento. Las prioridades no se pueden administrar porque simplemente se tienen, es por eso que estos sistemas basados en ellas son insuficientes para organizar tu vida de un modo productivo y sin estrés. Por tanto, cada vez que vas a realizar algo debes cuestionarte cuál es la forma más efectiva de gestionar tus compromisos.
Seguramente te preguntas cual es la forma en que opera esta metodología, pero también sabrás que hay todo un libro dedicado a ello, es por eso que de manera generalizada se pretende mostrar la idea de lo que ésta implica. Las decisiones que tomas deben ser, en un contexto amplio, coherentes con tus valores y objetivos, y en un contexto más específico, alineadas con lo que puedes hacer en función de las circunstancias en que te encuentres y del tiempo y energía de que dispones, por ejemplo:
Si estabas en tu oficina con un asunto importante, pero te llamaron del colegio de tu hijo y ahora vas en camino en tu automóvil, tal vez en el transcurso no puedas estar trabajando en el informe que debes presentar a tu jefe, pero puedes aprovechar el manos-libres en el coche para hacer un par de llamadas que tal vez no son urgentes ni importantes pero que también te has comprometido a hacer. Lógicamente todo este proceso de toma de decisiones se debe tratar de incorporarlo en tu forma de actuar hasta el punto que tus elecciones sean casi instintivas.
Es importante mencionar que esta metodología libera a la mente del trabajo de recordar todo lo que hay que hacer, y se puede concentrar en la efectiva realización de aquellas tareas. La mente también juega un papel importante, pues es el medio por el cual obtenemos el conocimiento y por ello es necesario administrarlo. El término conocimiento tiene muchas definiciones filosóficas, pero la más simple nos dice que el conocimiento es el conjunto de información almacenada mediante la experiencia, el aprendizaje, o a través de la introspección. La administración del conocimiento enfocada en lo personal hace inferencia al uso que damos a lo que hemos aprendido y sacarle el mayor provecho.
El conocimiento se pone a disposición de las personas en todos los recursos que nos brindan información, como los libros, internet, documentales, etc., el siguiente paso se da en la inteligencia de las personas cuando se asimila el conocimiento, se hace propio y se comunica con las demás personas para perfeccionarlo y darle valor.
La manera en que impacta con la productividad es en la forma en que si administramos nuestro conocimiento y también hacemos uso de la experiencia, nos ahorramos tiempo en pensar cómo abordar las situaciones, cual es la manera más eficaz de hacer las cosas y de qué forma obtenemos más beneficios de lo que pretendemos obtener.
¿Y qué sería de nosotros los seres humanos sin las emociones? Es muy cierto que las emociones juegan un papel crucial en nuestro desarrollo personal, pues es algo intrínseco que nos mueve a la realización de nuestros actos. Esto se sustenta en la inteligencia emocional, la cual involucra aspectos como la capacidad de auto motivarse, de perseverar en el empeño a pesar de los tropiezos, de controlar nuestros impulsos, regular nuestros estados de ánimo, la capacidad de empatizar y confiar en los demás, entre otros.
Daniel Goleman en su libro titulado Inteligencia Emocional nos dice que esta se organiza en torno a cinco capacidades que son: conocerse emocionalmente uno mismo, saber reconocer y manejar nuestros sentimientos, crear nuestra propia motivación y gestionar las relaciones.
Sin la comprensión y el uso de la inteligencia emocional, no sabríamos como seguir sin necesidad de una motivación externa, ya que es necesario saberse auto motivar para la realización de nuestros objetivos y que los impedimentos no sean una causa de desmotivación. El conocerse uno mismo es indispensable como también lo es saberse manejar antes las posibles circunstancias de la vida y darle una buena canalización a nuestras emociones para sacarle el mayor provecho a nuestras actitudes de lo que sucede en el entorno, es importante recordar que uno mismo es el que decide de qué forma nos afectan los comentarios negativos o destructivos que en la vida se tienen. El punto sobre las relaciones interpersonales, no es menos importante, debido a que es bueno saber cómo relacionarte con los demás y también saber de quienes te rodeas, procurar siempre que sea de personas las cuales te ayuden a crecer.
Todo lo anterior son parte de los insumos que podemos ingresar a nuestra propia ecuación de productividad, pero nuestros resultados se miden en cierta parte por la satisfacción que nos proporcionan, aunque técnicamente sería que se pudiera lograr una cantidad considerable de beneficios haciendo el mejor uso de nuestras capacidades.
Conclusión
Como conclusión, podemos decir que efectivamente la productividad personal es cuestión de perspectiva, pues no todas las personas miden su productividad de la misma manera, pero lo que si es cierto es que todos tenemos una vida diaria la cual está llena de actividades las que sea que fueran es necesario llevar una organización, además, estamos expuestos al conocimiento del cual nos valemos para solucionar problemas y también, todos tenemos emociones por lo que es importante saber manejarlas y por tanto, hacer el mejor uso a nuestro favor de todo lo que disponemos.
Autora: Diana Celeste Hernandez Martinez
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